Reflexiones sobre la Significación del Colegio de Abogados en el Ejercicio Profesional

En mi caso particular, me recibí en el año 1970, con apenas 20 años de edad, época en que Concordia estaba prácticamente aislada, no solo del resto del pa1s, sino de la provincia. Los caminos eran de tierra y ripio y el único asfaltado en nuestra zona era la Ruta 18 desde Villaguay a Paraná.

Los tribunales de Concordia eran todos de primera Instancia -civil, comercial, laboral y del crimen­ tenían competencia en nuestro departamento y lo que ahora son Federacl6n, Federal y San Salvador.

Las Cámaras de Apelaciones estaban todas en c. del Uruguay, como así también el Juzgado Federal, a donde debíamos viajar para litigar.

El Colegio, a cada recibido -era a razón de no más de uno o dos por año- les deba la bienvenida, nos acompañaba el presidente a presentarnos personalmente a cada juez, secretario y empleados.

Se festejaba el día del Funcionario Judicial y del Abogado de manera conjunta, nos enfrentábamos a la mañana en un partido de futbol, luego un asado y por la noche la cena de gala donde era un verdadero acontecimiento social, como la fiesta de fin de año, donde cada uno se ponía sus mejores galas y asistía con sus respectivos cónyuges.

Recuerdo que las abogadas eran muy poquitas, siendo la primera, y siempre recordada Ana Maria Reynoso, la querida “Chicha”.

El Colegio era la caja de resonancia de toda la actividad profesional, social y política, pues en esa época estaban prohibidos los partidos políticos.

Los colegas mayores siempre nos recordaban a quienes éramos eventualmente las autoridades, que debíamos ser muy cuidadosos con las declaraciones políticas, porque todos los letrados eran colegiados en forma obligatoria y consecuentemente la opinión Institucional involucraba a todos ellos.

Los mayores eran verdaderos maestros; nos reuníamos diariamente “en un bar que estaba dentro de Tribunales, en el 1er. Piso de Mitre 133, donde los más jóvenes aprovechábamos la ocasión para ser asesorados por los de más experiencia.

El Colegio funcionada donde después se instaló la Sala de Audiencias de la Cámara del Crimen,hasta que nos trasladamos a la actual sede de Hipólito lrigoyen.

Era una época de grandes cambios legislativos que repercutían en el ejercicio profesional. Se había reformado el Código Civil mediante Ley 17,711, año 1968, y en abril de 1970 se crea por Ley 4.870 el Nuevo Código Procesal Civil y Comercial. Era toda una revolución.

Hasta ese entonces los juzgados estaban a cargo exclusivamente de la confección de las cédulas, oficios, edictos, etc., y a partir de allí esos trabajos lo debimos hacer nosotros.

No existían máquinas de escribir eléctricas, no habla fotocopiadoras, ni mucho menos computación e internet, ni siquiera habían llegado el fax y las teletipos.

Desde el Colegio, junto con la Caja Forense, se organizó la instrumentación de modelos de cédulas, oficios, etc., que previa autorización de los juzgados, los imprimíamos en una reproductora llamada mimeógrafo, que la hacíamos funcionar a manija.

Ante el cambio de tanta legislación, nos reuníamos semanalmente en nuestro Colegio jueces y abogados para estudiar cada Código.

Los más nuevos corríamos con ventaja, ya que prácticamente no conocíamos los Códigos anteriores, al contrario de nuestros mayores que hablan ejercido mucho años con regímenes absolutamente distintos.

Desde el Colegio gestionamos la creación de nuevos Juzgados, Cámaras de Apelación, etc., sobre todo cuando Concordia tuvo una eclosión de conflictos con la construcción de la Represa de Salto Grande.

Fueron innumerables los viajes a Paraná para reunimos con las autoridades provinciales y poco apoco se lograron objetivos.

Con el correr de los años, una de las premisas principales que tuvo nuestro Colegio fue la creación del Consejo de la Magistratura, ya que hasta ese entonces los jueces eran nombrados por el Senado a proposición del Poder Ejecutivo, sin ningún tipo de limitaciones. Se logró su creación primero por decreto y después por ley, y los abogados pudimos integrarte, y siempre se priorizó que dentro del cupo de dos, uno era perteneciente al foro de Paraná y otro al de Concordia.

También se bregó -y se obtuvo- que a los abogados que eran promovidos a jueces o funcionarios, se les respetaba su antigüedad desde que habían iniciado su ejercicio profesional.

Desde el Colegio de Concordia en conjunto con la Asociación de Magistrados, concretamos el “11 Congreso Provincial de Derecho de Entre Ríos”, que resultó un verdadero éxito de concurrencia y calidad de ponencias. Los colegas trabajaron raudamente para poder imprimir todas las ponencias que luego eran tratadas en el plenario.

Otra función primordial era dar charlas y conferencias con personalidades del derecho del país y de la República Oriental del Uruguay con quienes estábamos muy conectados.

En esa época no había aviones, y más de una vez debíamos viajar en nuestros automóviles particulares a Bs.As., para buscar al catedrático. Hay tantas anécdotas … como por ejemplo cuando un especialista de derecho de familia -integrante de la Corte Suprema de la Nación- vino acompañado de su esposa y 5 o 6 hijos, a quienes tuvimos que alojar, darles de comer, etc., lo que trajo un desequilibrio económico a la organización.

Sé que para los más jóvenes es difícil de comprender que la única posibilidad de estudiar era mediante libros, que eran muy escasos y caros, y tas conferencias de los especialistas. No existía internet, celulares, mails, etc., etc. El Colegio poseía una extraordinaria biblioteca con las mejores colecciones de doctrina y jurisprudencia, que diariamente eran utilizados por todos.

Con el correr de los años y el aumento de la colegiación, el Colegio también se fue “agiornando”

con la creación de los institutos de cada materia.

También nuestra institución fue muy importante, no solo con el manejo de la Matricula, sino que mediante el Tribunal de Disciplina, la aplicación de Código de Ética, que es fundamental para el normal ejercicio profesional, implantando además el Consultorio jurídico gratuito, que es una colaboración a la sociedad para complementar las tareas de las Defensorías Oficiales.

Aunque es difícil de creer, desde hace más de 50 años todas las Comisiones Directivas hemos bregado permanentemente para la creación de un Juzgado Federal, y es el día de hoy que fue creado pero que no funciona.

He omitido dar nombres propios de colegas que tuvieron especial importancia para el desarrollo de nuestro Colegio para no ser injusto con alguna omisión involuntaria.

Colegas, por último, un especial agradecimiento a las autoridades que me invitaron para hacer una breve reseña de nuestro Colegio y de la profesión que abracé con verdadera pasión y que, gracias a Dios, aún sigo ejerciendo.

Dr.  JUAN JOSE P PESSOLANI